Presencia en el área de ecosistemas únicos y de extensas zonas de vegetación no intervenida, que han permitido la formación y mantenimiento de diversos hábitats, favoreciendo la existencia de una gran diversidad de especies en distintos grados de conservación, destacándose la presencia de Avellanita bustillosii (Avellanita), Pristidactylus valeriae (Lagarto), esta última endémica del cerro Cantillana, Beilschmiedia miersii (Belloto del Norte), Miersia chilensis (Miersia), Nothofagus glauca (Hualo), Jubaea chilensis (Palma chilena) y Persea meyeniana (Lingue del Norte), y de especies raras como Nothofagus macrocarpa (Roble de Santiago) y Citronella mucronata (Huillipatagua). Presencia de dos principales comunidades vegetales: El bosque esclerófilo mediterráneo, con presencia de individuos de Palma Chilena (Jubaea chilensis), y un bosque relicto de Nothofagus macrocarpa (Roble de Santiago). En el área se encuentran dos pisos vegetacionales con baja representatividad en el Sistema Nacional de Áreas Protegidas del Estado: “Bosque caducifolio mediterráneo costero de Nothofagus macrocarpa y Ribes punctatum” y “Bosque esclerófilo mediterráneo costero de Cryptocarya alba y Peumus boldus”. (Decreto de creación, 2014)
Proteger el desarrollo y evolución de los procesos ecosistémicos que han logrado establecerse en forma natural en el área, y que son los que han posibilitado el surgimiento, la conservación y la multiplicación de la diversidad de valiosas especies biológicas, en un entorno libre de factores antropogénicos, velando por que tales procesos continúen ocurriendo y perduren en el tiempo, asegurando así el mantenimiento de las funciones ecosistémicas, favoreciendo el suministro de los servicios ambientales y contribuyendo a preservar la biodiversidad amenazada, como un patrimonio natural de excepción a nivel regional y nacional. (Decreto de creación, 2014).